17 de octubre de 2007

No manejarán bien la TV, pero saben hacer lobby

Con mucha lucidez y la libertad que le otorga estar en un diario que no tiene negocios en la industria televisiva, Pablo Sirvén nos cuenta por qué ahora la Asociación de Telerradiodifusoras Argentinas tomaron la palabra.

En la nota publicada el domingo 14 de octubre en La Nación, con el título "Ahora la TV llora miseria" Sirvén explica con detalles como operan los lobbies mediáticos en la Argentina:

"Canales concursados, socios que entran por una puerta y salen por la ventana a contrapelo de la ley vigente (la misma que pergeñó la dictadura militar hace 27 años); la saturación por los concursos telefónicos, la competencia desleal entre canales colegas, el hastío por los reality shows, el constante rapiñaje de imágenes ajenas, la cooptación de ciertos periodistas para avalar tan degradado estado de situación imponía que, al fin, ATA saliera de su empecinado mutismo.

"Pero la alegría de saber que ATA perduraba y no se había convertido sólo en un sello de goma fuera de servicio duró los pocos minutos que demanda la lectura de un par de artículos publicados en distintos medios mediante los cuales la ahora despabilada entidad hacía trascender lo mal que económicamente le va a la TV por aire ya que, entre 2001 y 2006, habría acumulado un resultado negativo final de 548 millones de pesos."



Si bien hace referencia a un informe que da cuenta de las cuantiosas pérdidas del sector, con el cual justifican pedir consideraciones especiales (impositivas, regulatorias, etc.), el informe parece haber circulado sólo entre los medios. El último comunicado de prensa de la página de la asociación (www.ata.org.ar) es de junio de 2005. Lo que confirma el señalamiento de Sirvén de que ATA ha guardado silencio elocuente ante un montón de cuestiones que involucran a la televisión.

No sabrán manejar bien la tele, pero se nota que son arteros comunicadores públicos, que saben (y pueden) hablar solo cuando les conviene. Se ve que para ellos, la tele es un servicio público y cultural cuando tienen que proteger sus dineros, pero cuando tienen que dar explicaciones, se reservan el derecho de no dar la cara.

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