Un aviso institucional que ilustraba la reciente edición de la Feria de galeristas ArteBA parecía retomar la idea de que cualquiera puede ser un artista moderno. La foto de un helado en el piso se acompañaba con la frase "Entrecerrando los ojos, muchos ven un enano de jardín que se está hundiendo". Evidentemente, la concepción de arte de la Agencia de Publicidad Diálogo se terminó con el arte figurativo. Aunque suponemos que puede haber publicitarios un poco más respetuosos de la expresión artística, viene a cuento un concepto que aparece en una nota sobre la polémica de la niña pintora ("Manchas nada más"). Este comentario podría ilustrar a los publicistas acerca del asunto, para tener en cuenta en futuros avisos:
"Existe la idea de que el arte moderno no tiene estándares, no tiene verdades. Que si un niño puede hacerlo, entonces puf, el velo se ha corrido de esta farsa. A mitad del documental, Michael Kimmelman, el crítico de arte del New York Times, hace una afirmación provocativa: “Las pinturas clásicas cuentan sus historias sobre la tela, mientras que en el arte moderno esas historias existen afuera del cuadro. Es cómo y por qué el pintor hizo lo que hizo, lo que vende la obra”. (Radar)"
Está claro que quien está acostumbrado a vender lubricantes de motores no tiene por qué conocer acerca de las reglas del arte. Pero es curioso que ese concepto haya sido firmado por el principal espónsor de ArteBA, que a su vez otorga un premio a los jóvenes artistas. ¿Este será el concepto que tiene de sus artistas premiados? ¿Por qué razón una empresa que suscribe un compromiso público con el arte no puede comunicarlo en una pieza que lo respete?
Bien dijo Joan Costa en una entrevista reciente que publicó el diario :
"...la dictadura del marketing me produce urticaria, porque considera que el mundo es simplemente un mercado y los individuos sólo potenciales consumidores. Este es un reduccionismo que crispa a un humanista. Desde la comunicación entendemos que el mundo es fundamentalmente una sociedad, en la que encontramos el mercado, seguro, pero también las instituciones, los gobiernos, los museos, la cultura. Y el individuo, además de consumidor, es una persona que vota, que lee, que tiene un proyecto personal y un larguísimo etcétera" (La Nación).Y que, agregamos, sigue interesado por el arte, más allá de la opinión que suscriba públicamente algún representante del mercado. Cierra la nota sobre la niña pintora "Al final lo único cierto en "My kid could paint that" es que, créame, su hijo no podría hacerlo". Ahora también sabemos que los publicitarios, tampoco.
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