10 de junio de 2008

Apenas una lucha de frases

En un artículo que se llama "La lucha de clases según San Marcelo", el sociólogo Alabarces se hace cargo de un efecto mediático. Comienza la nota diciendo:
"La estruendosa re-aparición de los escándalos y las disputas internas en los elencos tinellianos durante las últimas semanas dejan mucha tela para el análisis."
Por empezar, no parece que haya sido muy estruendosa. Sí es cierto que la supuesta guerra que inventó Jorge Rial la semana pasada al ver que el elenco de este "Bailando por un sueño" no era tan pródigo en el derrame de rating como en años anteriores, tuvo algún eco en otros programas tan hambrientos de sobras como "Intrusos". Porque seguramente a lo que está haciendo mención el analista es a la construcción de pequeñas rencillas de las que dan cuenta "TVR" o "Zapping". Pero lo entendemos, porque estos programas son los únicos que suelen permitirse ver algunos intelectuales y aquellos que militan en el partido "No vemos nunca televisión".

De ver el programa de Tinelli se comprendería que las peleas no existen. Es decir, en el primer nivel de texto, que -al decir de John Fiske- vendrían a ser los programas en sí mismos, no existen. Y si aparecen, son apenas una chismosa repetición de lo que inventó la televisión carroñera que construye horas de programación con los pedazos que arrancan a los otros. En el tercer nivel que es el que construyen los mismos espectadores, apenas tiene cabida: en televidentes habitualmente expuestos a estímulos un tanto más motivantes, esa cháchara es más que aburrida, así que en los clubs de fans están hablando de otras cosas. Sí tiene algún lugar entre aquellos que critican a Tinelli pero que irremediablemente viven de él citando, parodiando, criticando, pero siempre en innegable componenda. Fiske lo clasifica como el segundo nivel de producción textual de la industria mediática, y por estos días ocupa más espacio en la TV argentina que la producción original.

El cierre de la nota del diario Crítica viene de alguna manera a confirmar esta presunción de que un mundo de televisión total existe:
"La estructura social básica está ahí, en el nuevo Manifiesto Tinellista: famosos del mundo, uníos. Todo es televisivo, y si algo hay por fuera de la televisión, solo lo sabremos en tanto y en cuanto se vuelva televisivo."
Pero, creanme, los mediáticos tienen más existencia en las páginas de espectáculos de los diarios que en la vida de aquellos que usan la tele para escaparse un rato de las otras luchas que intentan componer el noticiero de la noche hasta el agobio (la última es la "lucha distributiva").

La mayoría de los espectadores sabe que la auténtica tele está en otros horarios. Y que más que lucha de clases, en la televisión habrá, a lo sumo, una que otra lucha de frases.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El lado oscuro de la Sociedad de la Información se ha cobrado otra víctima. En continua mutación, la capacidad analítica, la mirada crítica, y las altas dosis teóricas injeridas ya no sirven como antídoto a la voraz epidemia mediática que caracteriza estos tiempos. Tal parece ser el caso de Pablo Alabarces, quien en su intento por traducir la teoría marxista al lenguaje tinelliano, ha caído en la simpleza de creer que la lucha de clases de hoy es análoga a la guerra de vedetongas.
Si bien los ídolos resultan de las proyecciones de la sociedad en un tiempo y momento particulares, sería ingenuo pensar que los lugares sociales relativos están supeditados en alguna medida a las representaciones televisivas. Con todo el peso de la imagen en tiempos posmodernos, Señor Alabarces, permítame decirle que la opinión pública no eleva sus plegarias a San Marcelo –en referencia a Tinelli- y que la responsabilidad de llevar alimentos a las mesas argentinas no recae en la señorita Belén Francese.

Recordemos: los medios no son lo que hagan de nosotros, sino lo que nosotros hagamos de los medios.